Desde arriba todo era distinto. Un mar color turquesa bañaba la superficie y una extensión de gofio semejaba cubrir el paisaje. Era todo tan bonito que parecía la obra de un artista admirando una de las siete maravillas del mundo.
De lo cristalina que era el agua, daba a conocer los secretos escondidos en ella. El sol brillaba sobre el extenso mar y los peces y las corales desde arriba se podían deslumbrar.
La arena transmitía suavidad, era fina, muy fina, tanto que de un lugar a otro parecía que yo la estaba viendo caminar. Todo en ella era precioso y a la vez maravilloso.
Yo estaba a punto de marchar, cuando me di cuenta que en la playa de Cayo Coco situada en Cuba, es en donde yo andaba.
By Lexy Braun.
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